Charlie y la fábrica de chocolate
Charlie Bucket es un niño que vive con sus
padres y sus abuelos maternos y paternos en una casita. Son pobres y pasan
hambre y más cuando su padre es despedido de su trabajo. Charlie y su abuelo
Joe sueñan con visitar el establecimiento dotado de la maquinaria, herramienta e
instalaciones necesarias para la fabricación de ciertos objetos, obtención de
determinados productos o transformación industrial de una fuente de energía de chocolate
Wonka que lleva años cerrada. Y el sueño se hará realidad. Willy Wonka, dueño
de la fábrica, pone en circulación dentro de sus tabletas de chocolate, cinco
billetes dorados. Estos billetes permitirán, a los cinco niños o niñas que los
encuentren, visitar la fábrica, llevarse un cargamento de chocolates y manjares delicados, generalmente
dulces, que sirven más para el gusto que para el sustento de por vida y, al
ganador, recibir un premio muy especial. Augustus Gloop, Veruca Salt, Violet
Beauregarde, Mike Tevé y Charlie Bucket serán los afortunados ganadores. Todos
entran con su padres, menos Charlie, que va acompañado por el abuelo Joe.
Una vez dentro descubren, de la mano del
excéntrico señor Wonka (que los recibe en la entrada de la fábrica), un
maravilloso mundo de chocolate y golosinas. Cada uno de los niños y niñas va saliendo
de la fábrica a causa de sus manías, defectos y mala educación. A Augustus
Gloop le puede la gula, cae a un Corriente de agua continua y más o menos caudalosa que va a
desembocar en otra, en un lago o en el mar de chocolate, y
es absorbido por un tubo que lo lleva fuera del recinto. Violet Beauregarde, la
obsesiva mascadora de pastillas
masticables aromatizadas, que no se traga, de textura semejante a la goma y competidora
incansable, se convierte en un arándano por probar un chicle experimental con gusto
a una comida completa de dos platos y postre. Veruca Salt, niña mimada y
consentida que no para de pedir, es arrojada al agujero de los desperdicios por
unos mamíferos roedores, de unos 20 cm de largo, de color
negro rojizo por el lomo, blanco por el vientre y con cola muy poblada, que
dobla hasta sobresalir de la cabeza. Se cría en los bosques, y es muy inquieto,
vivo y ligero al intentar hacerse con una de ellas. Mike Tevé, telespectador
infatigable, es transformado en un pequeño personaje de maquina de transmisión de imágenes a distancia
mediante ondas hercianas al que han de alargar como a un chicle para que
vuelva a tener un aspecto mínimamente normal (eso significa que cuatro niños se
fueron). Y por fin solo queda en la fábrica Charlie, el ganador. El premio es
la fábrica: el señor Wonka se hace mayor y quiere un heredero, y el bondadoso y
prudente Charlie renunció al premio porque debía estar en la fábrica sin su
familia. Wonka comprendió lo que significaba grupo de personas emparentadas entre sí que
viven juntas.